domingo, 26 de diciembre de 2010

Domingo Astromántico

Y ya lo sé, otra vez ha sucedido, volaron los manteles y el domingo se hizo especial. Flotaba en azoteas todo mi deseo, un solecito bueno y tus faldas al viento... nada más.

Aeroplanos que saludo moviendo un espejo, la ropa y tu pelo se movían al mismo compás, nada más. Te deslizas como si fueras de viento y al contacto con mis dedos te desvanecieras....

Si tu magia ya no me hace efecto, ¿cómo voy a continuar? Si me sueltas entre tanto viento, ¿cómo voy a continuar?.

Recuerdo que sopló la luna y era en pleno día y entre aquellas nubes vislumbraste la estrella polar, y algo más... aire que se lleva tus misterios, hacia el Sur se van. Y sé que a veces piensas que estoy algo ido, pero nunca pierdo una sola oportunidad de admirar cómo... Te deslizas como si fueras de viento y al contacto con mis dedos te desvanecieras...

Si tu magia ya no me hace efecto, ¿cómo voy a continuar? Si me sueltas entre tanto viento, ¿cómo voy a continuar?

sábado, 25 de diciembre de 2010

Me moriré de ganas de decirte...

Recuerdo que al llegar ni me miraste fui solo una más de cientos y, sin embargo, fueron tuyos los primeros volteos. Cómo pude no darme cuenta de que hay ascensores prohibidos, que hay pecados compartidos, y que tú estabas tan cerca.

Me disfrazo de ti, te disfrazas de mí y jugamos a ser humanos en esta habitación gris. Muerdo el agua por ti, te deslizas por mí y jugamos a ser dos gatos que no se quieren dormir. Mis anclajes no pararon tus instintos, ni los tuyos, mis quejidos. Quiero que no dejes de estrujarme sin que yo te diga nada, que tus yemas sean lagañas enganchadas a mis vértices.

Se me hunde el dolor en el pecho, tengo sed y estoy tragando, no quiero no estar a tu lado. Me moriré de ganas de decirte que te voy a echar de menos… Y las palabras se me apartan, me vacían las entrañas. Finjo que no sé, y que no has sabido. Finjo que no me gustaba estar contigo… Y al perderme entre mis dedos te recuerdo sin esfuerzo.

Me moriré de ganas de decirte que te voy a echar de menos.

jueves, 23 de diciembre de 2010

¿No ves que lo nuestro es raro? Sigue intacto en mil pedazos y no logra romperse.

domingo, 19 de diciembre de 2010

Hoy todo lo demás es lo de menos

Todos queríamos ser extraordinarios. Podrías hacer algo por volver ¿podrías hacer algo? el tiempo en esta habitación me sabe a vino, dedico demasiado a imaginar que estas conmigo. Apuro la copa de un trago, dejo el cuerpo en el pasillo. Hoy todo lo demás es lo de menos...

Yo confiaba que subieras a mi habitación y no que te marcharas como hiciste. Las escaleras son interminables si no hay quién te espere después.

No hay manera de que vuelva ese miércoles, tengo la sal entre los ojos mojados... quiero que sepas que tu eres el culpable de que hoy me sienta extraña. Hoy todo lo demás es lo de menos...


Flores de Amor. Uno de Wilde

Ґ λνkύιкрς Έρώς


Amor, no te culpo; la culpa fue mía,
no hubiera yo sido de arcilla común
habría escalado alturas más altas aún no alcanzadas,
visto aire más lleno, y día más pleno.

Desde mi locura de pasión gastada
habría tañido más clara canción,
encendido luz más luminosa, libertad más libre,
luchado con malas cabezas de hidra.

Hubieran mis labios sido doblegados hasta hacerse música
por besos que sólo hicieran sangrar,
habrías caminado con Bice y los ángeles
en el prado verde y esmaltado.

Si hubiera seguido el camino en que Dante viera
los siete círculos brillantes,
¡Ay!, tal vez observara los cielos abrirse, como
se abrieran para el florentino.

Y las poderosas naciones me habrían coronado,
a mí que no tengo nombre ni corona;
y un alba oriental me hallaría postrado
al umbral de la Casa de la Fama.

Me habría sentado en el círculo de mármol donde
el más viejo bardo es como el más joven,
y la flauta siempre produce su miel, y cuerdas
de lira están siempre prestas.

Hubiera Keats sacado sus rizos himeneos
del vino con adormidera,
habría besado mi frente con boca de ambrosía,
tomado la mano del noble amor en la mía.

Y en primavera, cuando flor de manzano
acaricia un pecho bruñido de paloma,
dos jóvenes amantes yaciendo en la huerta
habrían leído nuestra historia de amor.

Habrían leído la leyenda de mi pasión, conocido
el amargo secreto de mi corazón,
habrían besado igual que nosotros, sin estar
destinados por siempre a separarse.

Pues la roja flor de nuestra vida es roída
por el gusano de la verdad
y ninguna mano puede recoger los restos caídos:
pétalos de rosa juventud.

Sin embargo, no lamento haberte amado -¡ah, qué más
podía hacer un muchacho,
cuando el diente del tiempo devora y los silenciosos
años persiguen!

Sin timón, vamos a la deriva en la tempestad
y cuando la tormenta de juventud ha pasado,
sin lira, sin laúd ni coro, la Muerte,
el piloto silencioso, arriba al fin.

Y en la tumba no hay placer, pues el ciego
gusano se ceba en la raíz,
y el Deseo tiembla hasta tornarse ceniza,
y el árbol de la pasión ya no tiene fruto.

¡Ah!, qué más debía hacer sino amarte; aún
la madre de Dios me era menos querida,
y menos querida la elevación citérea desde el mar
como un lirio argénteo.

He elegido, he vivido mis poemas y, aunque
la juventud se fuera en días perdidos,
hallé mejor la corona de mirto del amante
que la de laurel del poeta.

Tal vez sea mejor así -al menos no hice de mi corazón algo de piedra, ni privé a mi juventud de su pródigo festín, ni caminé donde lo bello es ignorado.